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jueves, 11 de julio de 2013

¿Qué pasa en nuestro cerebro cuando aprendemos?

¿Cómo aprende el cerebro?


La ciencia de la práctica: ¿Qué sucede cuando se aprende una nueva habilidad?

¿Cómo el practicar una nueva actividad, afecta al cerebro? 

¿Qué pasa en el cerebro cuando aprendemos algo nuevo



Cuando aprendemos una nueva habilidad, jugar al ajedrez, o hacer una voltereta, estamos cambiando la forma en que nuestro cerebro se conecta. El cerebro tiene unos cien mil millones de neuronas.  Las neuronas se conectan entre sí por unos enlaces que se llaman “sinapsis”, que transmiten información de unas a otra. 


Siempre podemos aprender cosas nuevas. Es más, es conveniente que nunca dejemos de intentar aprender cosas.

Sabemos por estudios científicos que el cerebro es sumamente plástico. Esto es, la capacidad de cambiar en función a la experiencia. La plasticidad del cerebro depende fundamentalmente de cuánto se usa. Esa plasticidad nunca se pierde, por eso podemos seguir aprendiendo durante toda la vida. Cada vez que aprendemos algo, nuestro cerebro cambia. Mediante la experiencia esculpimos nuestro propio cerebro.

Nuestro cerebro coordina un complejo conjunto de acciones que involucran la función motora, el procesamiento visual y auditivo, los conocimientos lingüísticos verbales y mucho más. Cuando aprendemos algo nuevo, al principio, la nueva habilidad puede sentirse rígida y torpe. Pero a medida que la practicamos  la adquirimos mejor. Lo que la práctica está haciendo es ayudar a la optimización del cerebro para este conjunto de actividades coordinadas, a través de un proceso llamado mielinización. 

  • Cómo funcionan las señales nerviosas

Las neuronas son los bloques de construcción básicos celulares del cerebro. Una neurona se compone de dendritas, que recibe señales de otras neuronas; el cuerpo de la célula, que procesa las señales, y el axón, un "cable" de largo que se extiende y interactúa con dendritas de otras neuronas. Cuando las diferentes partes del cerebro se comunican y coordinan entre sí, envían impulsos nerviosos, que son cargas eléctricas que viajan por el axón de una neurona, finalmente llegan a la neurona siguiente en la cadena.


  • ¿Cómo afecta la mielinización impulsos nerviosos?


El cerebro se divide en sustancia blanca (glía) casi el 50% de nuestro cerebro y gris (neuronas) con varios tipos de células con funciones diferentes.

La sustancia blanca es la mielina, el tejido graso que cubre gran parte de los largos axones que se extienden fuera de nuestras neuronas. Los científicos han encontrado que la mielinización aumenta la velocidad y la fuerza de los impulsos nerviosos por forzar la carga eléctrica para saltar a través de la vaina de mielina a la siguiente lugar abierto en el axón.

El aumento de la actividad neuronal provoca el crecimiento de la mielina.

En primer lugar, una gran cantidad de mielinización ocurre durante la infancia. Los niños son como maquinas generadoras de mielina, absorbiendo información del mundo y de sí mismos. A medida que envejecemos, podemos seguir generando más  mielina en los axones, pero ocurre a un ritmo más lento y requiere más esfuerzo.

Los científicos creen que dos células no neuronales (o "glial") que existen en el cerebro juegan un papel en la creación de nueva mielina. La primera es una célula glial llamado un astrocito. Los astrocitos monitorear los axones neuronales para la actividad, y muchas señales repetidas de un axón en particular desencadena el astrocito para liberar sustancias químicas que estimulan la segunda célula (conocida como oligodendrocitos) para producir la mielina que envuelve el axón.

Las neuronas mielinizadas tienen mejor rendimiento

Podemos decir con seguridad que aumenta la velocidad y la fuerza del impulso nervioso-que parece útil para el aprendizaje, pero no concluyente. 

Una pieza atractiva de la evidencia proviene de los escáneres cerebrales de músicos expertos. Ha habido una gran cantidad de investigaciones realizadas sobre cómo los cerebros de los músicos son diferentes de los cerebros de la gente que nunca estudio música. El estudio sugiere que la práctica realizada en la infancia y adolescencia de un pianista experto, se correlaciona con la densidad de la materia blanca en las regiones del cerebro relacionadas con las habilidades motoras, visuales y los centros de procesamiento auditivo, entre otros. Lo más significativo es que hay una correlación directa entre el número de horas que practican y la densidad de la sustancia blanca / mielina.


La práctica de habilidades con el tiempo hace que las vías nerviosas a funcionar mejoren al unísono a través de la mielinización. Para mejorar su rendimiento, hay que practicar con frecuencia.


La inteligencia humana no es don recibido genéticamente e inamovible. Es una posibilidad a desarrollar mediante el aprendizaje. Siempre se puede mejorar.

La inteligencia tiene un componente cognoscitivo y un componente emocional. ¿Qué quiere decir esto? Que no se trata sólo de saber muchas cosas, sino de adquirir un estilo afectivo, emocional, que favorezca la capacidad de vivir felizmente y de enfrentarnos con los problemas. De nada vale que una persona sepa muchas cosas y razone muy bien, si después está muerto de miedo y no se atreve a poner en práctica lo que ha pensado.

lunes, 8 de julio de 2013

Emociones y Alimentación


Emociones y Alimentación, vital para todos los seres humanos.


Leonard, Joseph: "El ser humano pasa la primera mitad de su vida arruinando la salud y la otra mitad intentando restablecerla."



Tantas frases relacionadas con la alimentación  “Eres lo que comes”, “Dime lo que comes y te diré qué carácter tienes”." “La lectura es como el alimento; el provecho no está en proporción de lo que se come, sino de los que se digiere” .

La gran cantidad de alimentos a base de azúcares y alimentos industriales  han marcado un abismo entre el comportamiento actual de algunos niños y adultos , los cuales se han visto afectados, reflejadandoce en una hiperactividad, que hace años no existía. Con esto no quiero decir que todos los trastornos de atención o hiperactividad esten relacionados con una mala alimentación, aunque está comprobado que influye en nuestras emociones.

Montse Bradford, escritora y experta en nutrición y energética MB dice que las emociones nos vienen dadas por lo que consumimos

“Si vamos por la vía del azúcar, pues vemos el nivel de hiperactividad que tiene la gente. El azúcar nos desmineraliza, nos afecta al sistema nervioso, además de dejarnos mal el riñón, los huesos, etc. Ya vemos cómo están los niños de hiperactivos. Yo defiendo que no existen por naturaleza niños hiperactivos. El niño actúa en función de la energía que le damos. Si le damos una cola, pues actuará según la energía que le produce este producto. Si no le damos este tipo de alimentación, estará como un angelito. Tenemos que entender esto, es muy importante.”

.--¿Entonces las emociones las compramos en el supermercado? 

Las emociones tienen dos orígenes. El pensamiento, lo que pensamos genera emociones, pero también lo que comemos

Si tomo un vaso de agua o de whisky mis emociones serán muy distintas. ¿Y por qué generarán distintas emociones? Porque atacarán a diferentes órganos. Si yo ingiero alimentos que me bloquean el hígado, o la vesícula biliar, tendré emociones de ira, cólera, agresividad, impaciencia… porque cada órgano, dependiendo de si funciona bien o mal, genera unas u otras emociones. Esto está comprobado en la medicina china de hace tres o cuatro mil años.

La autora define al  ser humano con tres cuerpos: físico, emocional y mental…

 Los alimentos que necesita cada uno son distintos. No podemos darle chocolate al emocional porque no funciona. Si el novio nos deja, comiendo chocolate no haremos que vuelva. El único cuerpo que tiene sistema digestivo, dientes y estómago es el físico. Al cuerpo emocional, por ejemplo, hay que alimentarlo, sí, pero con emociones. Cada uno tendrá su método, a unos les gustará ir a bailar, a otros ir a caminar por la playa… Acabamos alimentándolo, sin embargo, con cosas físicas que no funcionan.

Si los tres están más o menos equilibrados, y digo más o menos porque la armonía absoluta no existe, sumarán un equipo y buscarán juntos la misma meta. 

Por ello  hay una relación de causa-efecto entre lo que comemos y nuestro estado de ánimo posterior.

Si yo como cosas que me están debilitando, que me están desmineralizando, notaré efectos emocionales de desmotivación, de mucho frío, no tendré ganas de hacer nada. Las personas estarán física, emocional y mentalmente con estas energías de deficiencia. 

Y me desmineralizo consumiendo alimentos que tienen un pH ácido. La tónica general de la sociedad es que tenemos un hígado muy bloqueado y un riñón con muchas deficiencias, y el riñón necesita minerales. Si no, aparecen las emociones negativas. La principal emoción negativa del riñón es el miedo. Hoy en día tenemos miedo de todo. No somos emprendedores, nos falta espíritu de aventura… La gente está muy ácida, muy desmineralizada.

Hay alimentos que generan una sangre ácida (con la que construimos estrés, enfermedad y desequilibrio) y otros que, por el contrario, la alcalinizan (con lo que obtenemos energía, vitalidad y salud)…

Podemos generar nuestro propio estado de ánimo. Somos los creadores de nuestra vida, en todos los niveles de nuestro ser. Cómo escogemos pensar es muy importante. Decíamos antes que una de las vías por la que se crean las emociones es a través de los pensamientos. Pero claro, si injerimos whisky, difícilmente podremos ser conscientes de nuestros pensamientos. La alimentación, sin duda, es la número uno para darnos un poco más de estabilidad, de armonía, de paz… y luego debemos mirar con tranquilidad la calidad de nuestros pensamientos, que también forman emociones, por descontado.

--Falta conciencia, porque la alimentación no se ve desde esta perspectiva. Se mira desde un ángulo muy primitivo. Sería el primer nivel alimenticio: ¿tengo hambre?, pues como lo que sea, voy a un McDonald’s o donde me apetezca en ese momento. Habría dos niveles más: el sensorial y el emocional. Las personas están vibrando en estos tres niveles, nada más. Y tenemos que ir un poco más allá, al nivel de la energía que provocan los alimentos. Porque con la alimentación podemos generar salud o enfermedad. Es muy importante. También defiende que hay alimentos con energía yin (chocolate, alcohol, estimulantes, azúcares, levaduras artificiales…) que conducen a la hipersensibilidad, mientras que hay otros, con energía yang (carne, jamón, embutidos, huevos…) que nos ponen tensos y coléricos…

Así es. El alcohol, los vinagres, los estimulantes… todo ello estimula al sistema nervioso generando una energía falsa. Cuando una persona, a media tarde, se siente fatigada, busca ingerir café, chocolate, beber una cola… en definitiva, generar una energía que no tiene. Pero claro, si hacemos esto durante muchos meses acabaremos creando una fibromialgia o una fatiga crónica, y es que estamos destruyendo la energía de los riñones. Todos estos alimentos crean una energía de expansión. Nos inflaman y nos desmineralizan. 

Los alimentos de grasas saturadas bloquean el hígado y además no son el ejemplo de una alimentación sostenible. Tenemos en el planeta 7.000 millones de habitantes y debemos empezar a comer mucho más del reino vegetal.  Tenemos que ser conscientes de ello. Hay que tener en cuenta que para ‘cultivar’ un kilo de carne se necesitan 1.500 litros de agua, y todo ello para que, después, una familia lo ingiera en una comida. Y esto sucede a la vez que hay personas que no pueden beber ni una gota de agua. ¡Es alucinante! Nos estamos cargando el planeta. No podemos pensar sólo en nosotros, sino también en las generaciones futuras. Necesitamos una alimentación sostenible, sana, natural y energética, conociendo la energía de cada alimento.

En una comida principal, dice la autora, no puede faltar: cereales integrales en grano, legumbres, un alga, una verdura verde y una pequeña porción de semillas o frutos secos. Alguien podría decir, ¡qué aburrimiento!

Lo que necesitamos es volver a la vida natural. Empezar a comer lo que comían nuestros abuelos. ¿Cuánto hace que apareció el donut? Tampoco hace tanto. Tenemos que volver a la dieta de antes, a comer legumbres, verduras, piñones, nueces, semillas, frutos secos, fruta de la temporada.. 

Habla de vibraciones. Tanto los alimentos como los diferentes cuerpos del ser humano (físico, mental y emocional) vibran de distinta manera…

Así es. El físico vibra tan lentamente que lo podemos ver y tocar. El mental, por su parte, es la torre de control. Vibra más rápido que la velocidad de la luz. Pensamos mentalmente que vamos al Taj Mahal y hemos ido y venido. Es instantáneo. El emocional no lo podemos ver, pero sí sentir. Cuando estamos mal emocionalmente lo sentimos claramente. Éste no necesita ni chocolate ni alcohol ni nada por el estilo, lo que pasa es que la gente los utiliza para evadirse.

Se resiste. Se queja porque no tiene vibraciones de armonía. Está bloqueado porque nunca le prestamos atención. Al cuerpo físico lo mimamos a diario, lo duchamos, lo alimentamos… al emocional nunca lo hemos limpiado. Nunca hemos tenido en cuenta las emociones bloqueadas. No vamos a un terapeuta para gestionarlas, no lo hacemos. Ni tan siquiera las expresamos, escribiendo, por ejemplo. Hablo de coger un papel y escribir cómo nos sentimos, o pintar, o ir a bailar… el caso es que afloren de alguna forma. No lo hacemos, no lo depuramos, no lo limpiamos cada día. Y el mental lo mismo. Vibra tan rápidamente que nos descontrola. Es importante para gestionarlo el silencio, la paz, para poder observar esos pensamientos que tenemos descontrolados. Todo el mundo tiene dos minutos al día para detenerse, pero no lo hacemos. El alimento ideal para el cuerpo mental es el agradecimiento, estar agradecidos con la vida.

A la hora de cocinar, “no sabemos extraer el sabor dulce a los alimentos”, asegura usted. Por eso, añade, buscamos la compensación en el postre…

El sabor dulce lo podemos sacar  de las verduras dulces: calabaza, moniato, zanahoria… todas son muy dulces. Y si las cocinamos durante mucho tiempo dan una dulzura increíble. Cada gusto tonifica diferentes órganos del cuerpo.

El sabor dulce nos equilibra estómago, bazo y páncreas. Son órganos emocionales todos ellos, que necesitan mucha dulzura y relax. Esta dulzura natural es muy importante, no me canso de repetirlo. La gente esta muy estresada y le falta un poco de dulzura. Cuando incorporemos esto a nuestro cuerpo, seguramente podremos relajarnos más y contar con un poco más de armonía en nuestra vida. 

Más que leer el libro es poner a prueba esta nueva alternativa alimentaría y probar los resultados con ello ganaremos en calidad de vida . Ganar en concentración, claridad mental, en ganas de hacer cosas, en perder peso o ganarlo, si es necesario… No podemos opinar de algo si no se prueba, si no se vive. Para llegar a regreso a clases con más ganas.

Montse Bradford, escritora y experta en nutrición y energética MB

Fundadora de varias escuelas de cocina, esta barcelonesa de nacimiento, afincada en Londres desde 1978 hasta 2006 (ahora reside en la Ciudad Condal), ha dado clases en la Escuela Universitaria de Enfermería y Fisioterapia Blanquerna e impartido cursos por toda Europa y también por Sudamérica. Galardonada con el Premio Verde 2008 (Fundación José Navarro) por su trabajo a favor de la alimentación responsable y el desarrollo sostenible, ha escrito más de diez libros. El último, La alimentación y las emociones.

Algunas ideas extraídas 

Diario la Vanguardia

domingo, 7 de julio de 2013

El principito




El principito


No quiero dejar de recomendar uno de mis libros favoritos, un clásico de clásicos. Desde su aparición en 1943 se ha convertido en una de las obras clásica traducida a 180 idiomas, generalmente se le etiqueta como literatura infantil, pero en realidad es un libro capaz de atraer a cualquier lector de cualquier edad dejando una huella en su vida, el Principito es una completa joya literaria del siglo XX.

Desde su publicación, el relato El Principito ha sido llevado al teatro y al cine, la más relevante adaptación fue la versión musical protagonizada por Steven Warner y Richard Kiley acompañados por con Gene Wilder, Joss Ackland y Bob Fosse.

He aqui un fragmento del libro. ¡Que lo disfruten!

(...)

Entonces apareció el zorro.
-Buenos días -dijo el zorro.
-Buenos días -respondió cortésmente el principito, que se dio vuelta, pero no vio nada.
-Estoy acá -dijo la voz- bajo el manzano...
-¿Quién eres? -dijo el principito-. Eres muy lindo...
-Soy un zorro -dijo el zorro.
-Ven a jugar conmigo -le propuso el principito-. ¡Estoy tan triste!...
-No puedo jugar contigo -dijo el zorro-. No estoy domesticado.
-¡Ah! Perdón -dijo el principito. Pero, después de reflexionar, agregó:
-¿Qué significa «domesticar»?
-No eres de aquí -dijo el zorro-. ¿Qué buscas?
-Busco a los hombres -dijo el principito-. ¿Qué significa «domesticar»?
-Los hombres -dijo el zorro- tienen fusiles y cazan. Es muy molesto. También crían gallinas. Es su único interés. ¿Buscas gallinas?
No -dijo el principito-. Busco amigos. ¿Qué significa «domesticar»?
-Es una cosa demasiado olvidada -dijo el zorro-. Significa «crear lazos».
-¿Crear lazos?
-Sí -dijo el zorro-. Para mí no eres todavía más que un muchachito semejante a cien mil muchachitos. Y no te necesito. Y tú tampoco me necesitas. No soy para ti más que un zorro semejante a cien mil zorros. Pero, si me domesticas, tendremos necesidad el uno del otro. Serás para mí único en el mundo. Seré para ti único en el mundo...
-Empiezo a comprender -dijo el principito-. Hay una flor... Creo que me ha domesticado...
-Es posible -dijo el zorro-. ¡En la Tierra se ve toda clase de cosas...!
-¡Oh! No es en la Tierra -dijo el principito. El zorro pareció muy intrigado:
-¿En otro planeta?
-Sí.
-¿Hay cazadores en ese planeta?
-No.
-¡Es interesante eso! ¿Y gallinas?
-No.
-No hay nada perfecto -suspiró el zorro. Pero el zorro volvió a su idea:
-Mi vida es monótona. Cazo gallinas, los hombres me cazan. Todas las gallinas se parecen y todos los hombres se parecen. Me aburro, pues, un poco. Pero, si me domesticas, mi vida se llenará de sol. Conoceré un ruido de pasos que será diferente de todos los otros. Los otros pasos me hacen esconder bajo la tierra. El tuyo me llamará fuera de la madriguera, como una música. Y además, ¡mira! ¿Ves, allá, los campos de trigo? Yo no como pan. Para mí el trigo es inútil. Los campos de trigo no me recuerdan nada. ¡Es bien triste! Pero tú tienes cabellos color de oro. Cuando me hayas domesticado, ¡será maravilloso! El trigo dorado será un recuerdo de ti. Y amaré el ruido del viento en el trigo...
El zorro calló y miró largo tiempo al principito:
-¡Por favor... domestícame! -dijo.
-Bien lo quisiera -respondió el principito-, pero no tengo mucho tiempo. Tengo que encontrar amigos y conocer muchas cosas.
-Sólo se conocen las cosas que se domestican -dijo el zorro-. Los hombres ya no tienen tiempo de conocer nada. Compran cosas hechas a los mercaderes. Pero como no existen mercaderes de amigos, los hombres ya no tienen amigos. Si quieres un amigo, ¡domestícame!
-¿Qué hay que hacer? -dijo el principito.
-Hay que ser muy paciente -respondió el zorro-. Te sentarás al principio un poco lejos de mí, así, en la hierba. Te miraré de reojo y no dirás nada. La palabra es fuente de malentendidos Pero, cada día, podrás sentarte un poco más cerca...
Al día siguiente volvió el principito. -Hubiese sido mejor venir a la misma hora -dijo el zorro-. Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, comenzaré a ser feliz desde las tres. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. A las cuatro me sentiré agitado e inquieto; ¡descubriré el precio de la felicidad! Pero si vienes a cualquier hora, nunca sabré a qué hora preparar mi corazón... Los ritos son necesarios.
-¿Qué es un rito? -dijo el principito.
-Es también algo demasiado olvidado -dijo el zorro-. Es lo que hace que un día sea diferente de los otros días: una hora, de las otras horas. Entre los cazadores, por ejemplo, hay un rito. El jueves bailan con las muchachas del pueblo. El jueves es, pues, un día maravilloso. Voy a pasearme hasta la viña. Si los cazadores no bailaran en día fijo, todos los días se parecerían y yo no tendría vacaciones.
Así el principito domesticó al zorro. Y cuando se acercó la hora de la partida:
-¡Ah!... -dijo el zorro-. Voy a llorar.
-Tuya es la culpa -dijo el principito-. No deseaba hacerte mal pero quisiste que te domesticara...
-Sí-dijo el zorro.
-¡Pero vas a llorar! -dijo el principito.
-Sí-dijo el zorro.
-Entonces, no ganas nada.
-Gano -dijo el zorro-, por el color de trigo. Luego, agregó:
-Ve y mira nuevamente a las rosas. Comprenderás que la tuya es única en el mundo. Volverás para decirme adiós y te regalaré un secreto.
El principito se fue a ver nuevamente a las rosas:
-No sois en absoluto parecidas a mi rosa: no sois nada aún -les dijo-. Nadie os ha domesticado y no habéis domesticado a nadie. Sois como era mi zorro. No era más que un zorro semejante a cien mil otros. Pero yo le hice mi amigo y ahora es único en el mundo.
Y las rosas se sintieron bien molestas.
-Sois bellas, pero estáis vacías -les dijo todavía-. No se puede morir por vosotras. Sin duda que un transeúnte común creerá que mi rosa se os parece. Pero ella sola es más importante que todas vosotras, puesto que es ella la rosa a quien he regado. Puesto que es ella la rosa a quien puse bajo un globo. Puesto que es ella la rosa a quien abrigué con el biombo. Puesto que es ella la rosa cuyas orugas maté (salvo las dos o tres que se hicieron mariposas). Puesto que es ella la rosa a quien escuché quejarse, o alabarse, o aun, algunas veces, callarse. Puesto que ella es mi rosa.
Y volvió hacia el zorro:
-Adiós -dijo.
-Adiós -dijo el zorro-. He aquí mi secreto. Es muy simple: no se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos.
-Lo esencial es invisible a los ojos -repitió el principito, a fin de acordarse.
-El tiempo que perdiste por tu rosa hace que tu rosa sea tan importante.
-El tiempo que perdí por mi rosa... -dijo el principito, a fin de acordarse.
-Los hombres han olvidado esta verdad -dijo el zorro-. Pero tú no debes olvidarla. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado. Eres responsable de tu rosa...
-Soy responsable de mi rosa... -repitió el principito, a fin de acordarse.

ANTOINE DE SAINT-EXUPÉRY